El mar nunca defrauda
Posteado el 11 Nov 2006 por Walter Marquez | ,
Como todos los años, en la transición entre el final de la temporada de pejerreyes y el comienzo de la temporada fuerte de la tararira (las pescas que más practicamos con asiduidad durante el año) probamos con algunas que nos dan grandes satisfacciones. Una de ellas es la pesca embarcado en el mar.
Esta pesca se puede hacer todo el año, con distintas especies dependiendo de cuanto nos adentramos al mar y de la época del año que vayamos (algunas especies como el limón, el corno, la anchoa de banco, etc. son migratorias). Por eso esta vez decidimos realizar una salida en busca de los grandes salmones y meros que circundan mar adentro en MDQ.
Para ello organizamos con nuestros amigos de la página una salida completita y especial contratando las 2 embarcaciones que posee el Mako Team. Éstas son del tipo skiper, con capacidad para 9 embarcaciones, muy cómodas y con la última tecnología en lo que se refiere en navegación.
Fuimos de la partida 18 muchachos, que nos dirigimos a MDQ en distintos medios de locomoción y en distintos días, según las posibilidades laborales de cada uno. Por mi parte partimos con Álvaro, Diego y un amigo de Álvaro el viernes por la tardecita después de cumplir con nuestros compromisos. En ruta nos acompañó otro auto con el padre de Diego, Roberto y Miguel.
Llegamos a Mardel y nos encontramos con Jorgito y su mujer Vale que estaban desde el miércoles celebrando sus bodas de plata, y con Jota y dos amigos de él que habían llegado un rato antes. Todos a cenar y al hotel esperando ansiosamente despertar para ir en busca de los salmónidos y meros.
Mar adentro...
A las 7 y media ya estábamos en el puerto de motonáutica para embarcarnos. El día se presentaba precioso, algo ventoso, pero con anuncio de mucha marejada y mar de fondo, lo que pronosticaba un día movidito movidito.
Un barco salió con Jota, sus dos amigos, Diego y su padre, Roberto, Miguel y Hugo Zapata. El otro salió con Álvaro y su amigo, Marquito, Jorge, Vale, Cristian y su amigo, Eddie y yo. La navegación , en principio, se mostró movida pero no tanto como preveíamos así que en nuestro bote no tuvimos inconvenientes. En el otro, lamentablemente, el debutante en embarcarse en el mar, Hugo, se descompuso apenas arrancó la travesía y no pudo recuperarse en todo el día.
A pesar de lo movido, el capitán decidió salir y navegar hasta donde sea necesario. La decisión que tomó fue la mas acertada, no sólo decidió salir sabiendo que iba a estar movidito sino que se dirigió directamente a las zonas de pesca mas alejadas donde la oportunidad de encontrar a los grandes era mayor.
Navegamos por espacio de 2 horas mar adentro hasta que la visión de la costa era solo un grato recuerdo. Unas 30 millas mar adentro comenzamos a hacer los primeros lances con carnada de calamar en un anzuelo y de anchoa en el otro.
Los piques no tardaron en hacerse notar y comenzaron a salir grandes meros en cada una de las cañas. Con los consejos del capitán y un poco de práctica para tomar el timming justo rápidamente pudimos olvidar los malditos enredes de líneas producto de no lanzar los plomos todos juntos. Al pescar a 40 metros de profundidad una vez comienzan a bajar los mismos, sino se lanzaron juntos, tienden a caminar en el fondo y a cruzarse.
Otro detalle importante era dejar que toque bien el fondo para buscar el hasta ahora esquivo salmón. Esto nos dio mas chances de encontrarlo pero además, al dejar mas tiempo la carnada en el agua, la salida de meros era casi siempre en doblete lo que nos daba una sensación mas placentera en la pelea con estos monstruitos del mar.
Al cabo de una segunda pasada en una piedra encontrada por Sebastián en el ecosonda del barco se dio lo tan buscado. Tuve un pique no muy distintos de los anteriores y lo clavé, la diferencia estuvo cuando comencé con la recogida. La caña se clavó como estaca en el fondo, no podía moverla, hasta que de a poco comenzó a ceder.
En un principio pensé que era un enganche con las rocas del fondo, pero cuado logré que se moviera la línea comenzó a cabecear, era un salmón. La pelea se hizo intensa mientras lograba hacerlo subir desde tan abajo. Para colmo, se me enganchó la línea con la de Álvaro por lo que los dos veníamos peleando al mismo bicho con la ilusión de que fuera propia la captura. Al final tuve suerte y fue toda mía. Mi primer salmón fue izado a cubierta dando el peso de 8 kilitos de pura potencia.
La jornada siguió con mas meros de mi parte, algún precioso cazón pescado por Cristian y con salmones de Jorge, Cristian y el del amigo de Álvaro todos de alrededor de aprox. 6 kilitos. La sorpresa la dió Marquito con un monstruo de 13 Kg. que superó toda expectativa soñada. La verdad que una alegría por Marco que no es un amigo mas, es un amigo pescador, un amigo de la vida.
A las 2 de la tarde el viento se puso intenso y la marea ya dejó de ser marea para transformarse en tormenta. Fue una vuelta desde muy lejos, muy pero muy movida, tanto que parecía de película, realmente para mí que no me mareo fue maravilloso ver el mar tan enfurecido. En el otro barco la pesca fue similar tanto en cantidad como en calidad de meros y salmones.
En ambos barcos salieron hermosos cazones de muy buen porte. Uno de Cristian en el nuestro y uno del padre de Diego en el otro. A mi se me escapó uno similar justo cuando estábamos por izarlo, una lástima, pero la pelea me la dió enterita y aseguro que un bichito de estos es impresionante la polenta que tienen. Una salida para no olvidar nuevamente, el mar no defrauda nunca y si te animas a meterte en sus entrañas las bestias te esperan ansiosas para destrozarte los brazos.Así me quedaron a mi de esta salida, destrozados de felicidad.