Una leyenda india

Posteado el 21 Abr 2018 por Walter Marquez   |   ,   

Cuenta la leyenda que sobre la laguna vivían, en la Toldería Mayor, el Gran Cacique Melín, junto con su mujer Nube Azul y su hijo Cué; que los tres se amaban por sobre todas las cosas, y que ella defendía y cuidaba a su hombre del cual estaba perdidamente enamorada. Tanto lo amaba Nube Azul, que cuando él salía de excursiones, ella no hablaba con nadie hasta que regresara, y que durante todo ese tiempo, sus ojos derramaban lágrimas que, ella decía, sólo eran de dolor y de amor. En una de las excursiones realizadas por el ejército, un grupo de indios Ranqueles, liderados por el cacique Melín, fue emboscado a la orilla de la gran laguna y aniquilado.

A la matanza sólo sobrevivió su esposa, quien huyó en su caballo, un tordillo brioso e inteligente que la llevó mal herida hasta una de las islas de la laguna. Ahí la mujer, aterida de dolor y furiosa por la muerte de su hombre y de Cué, el hijo de ambos, maldijo a los blancos antes de morir. En su agonía, y llamando al lugar Melincué, por su hombre y su hijo, le deseó al pueblo que las aguas de la laguna crecieran y, que de a poco, fueran tapando con sus olas todo el lugar. Y el agua creció, creció tanto que anegó campos y llegó al pueblo y se apoderó de él durante varios años, haciendo que sus moradores vivieran en un continuo estado de alerta.

El ejido quedó bajo las aguas, y miles de hectáreas quedaron estériles, pues la altura de la laguna, ya transformada en lago, las fue anegando pausada pero efectivamente. Los moradores más antiguos aseguran que, en noches de lluvia, el espíritu de la india sopla y sopla para que el agua llegue al pueblo. Y dicen también que hasta que no haya un acto de desagravio por tamaña matanza, su espíritu lleno de furia, dolor y amor por su familia y su pueblo seguirá rondando, y los males no cesarán de llegar sobre la población y el espejo de agua.

Seis meses de larga espera fueron. Seis meses en que la energía y los recursos estuvieron puestos en la obra de la nueva casa donde nos mudaríamos con mi familia y que me obligó a no distraer nada de esos recursos y energia en otra cosa. Seis meses sin pescar..

Pero todo tiene principio y, por suerte, todo tiene fin Una vez mudados, aunque todavía falta mucho por hacer, pude empezar a regularizar algunas actividades con lo que la primera, por supuesto, fue volver a pescar. Por ello, y con datos actuales, este año ya adentrados en abril, la temporada de pesca comenzó con el pejerrey. El lugar elegido la laguna de Melincué de la que teníamos datos de no tanta cantidad pero una excelente calidad.

Y hacia alli fuimos con Néstor, Damian y Victor rumbo al sur de la Provincia de Santa Fe. Llegamos el viernes por la noche donde nos hospedaríamos en una completa cabaña en la ciudad de Melincué,cena y a dormir. A la mañana siguiente pasamos por el puesto de mojarras bien tempranito y en unos minutos ya estábamos entrando a la zona de embarque permitida en la laguna en una zona inundada de la vieja ruta.

  

Apenas empezamos a navegar vimos la inmensidad de esta hermosa laguna. Al cabo de un rato llegamos al otro lado del espejo, lugar donde comenzaríamos una primera gareteada en busca de las primeras flechas.

Salimos todos con boyas medianas a grandes, con trampa, y brazoladas entre 10 y 30 cm de largo, con la particularidad de anzuelos 1/0 y 2/0 (enormes para esta pesca) a recomendación del guía.

Apenas comenzamos la gareteada nos dimos cuenta que arrancábamos con desventaja. Cero viento era la constante y por ende una gran contra para que las boyas muevan bien las carnadas en el agua y sean mas atractivas. El pejerrey tardó en decir presente pero por suerte aparecieron los primeros. Arrancó Victor con un pescadazo de 45 cm gordo y peleador y siguió Damian con otro lindo ejemplar de pejerrey.

  

En una segunda pasada del garete por el mismo lado me tocó a mi comenzar a pescar aunque el tamaño era mucho menor. Pero ya tener esos primeros piques en las boyas y poder disfrutarlas en vivo y en directo fue maravilloso.

Lo que si empezamos a ver es que al tener una temperatura ambiente muy alta para esta época del año teníamos una grandísima actividad de dientudos. Un descarnamiento constante de todas las líneas generaba bastante bronca, pero en el fondo, era divertido tratar de clavar a esos pequeñines dientones que hundían las boyas constantemente..

  

Hicimos dos o tres pasadas mas en la misma cancha de garete y con la misma respuesta. Mil dientudos atacando las carnadas, casi imposibles de clavar, con algun peje saliendo mezclado. Los buenos portes se entremezclaban con los pequeños, aunque siempre todos de medida..

Siempre la mejora de los piques estaba supeditada a alguna brisa un poco mas consistente que moviera un poco mejor las líneas en el agua dándole mas movimiento a la carnada. Los colores de boyas siempre se movieron entre naranjas y amarillas como las mas efectivas y el pique se daba tanto cerca como bien lejos de la lancha..

  
  

Paramos a comer unas empanadas anclados en el medio de la laguna disfrutando de estar en el agua. Ya con la panza llena el guía decidió acercarse mas a puerto para hacer unos garetes largos con el mismo resultado. Dientudos al por mayor, con algunos pejes entremezclados que daban el encanto del pique.

Para analizar la jornada podemos decir que el pique siempre fue remiso. El pekerrey no llevaba con intensidad en franca corrida, mas bien toqueteaba la carnada hasta que se decidía por comer o por dejar la carnada abandonada. Cuando el pique era violento seguro era dientudo.

En cuanto a color de boyas y tamaño fue bastante parejo, dándose mejor con las amarillas o naranjas chupetonas y palitos. Ya con el día terminado y viendo que el viento no aparecía decidimos dar por terminada la jornada con una producción mas bien escasa de pejerreyes pero con algunos portes que invitan a darle revancha cuando el frío se instale y con un poco mas de suerte con el viento.

  
  

Notas Recomendadas

Por que devolver

Muchas veces se discute si el pescador deportivo es realmente el culpable o no de la depredación de nuestros peces. Muchas veces la conclusión es no. Esto no nos exime de ser responsables de cuidar el recurso que tanta vida nos da. Un pez devuelto es quizas la futura captura de tu hijo

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