Gualyguay
Posteado el 24 Jul 2010 por Walter Marquez | ,
Toda leyenda urbana tiene un comienzo, un punto en el espacio-tiempo en lo que hago cotidiano toma forma de hito y de ahi es un paso a transformarse en mito. Así fue que en la semana me llamó el amigo Adrián para preguntarme por Gualeguay y su pesca, viendo lo que había contado en mi experiencia del sábado pasado. Con los datos de rigor tirados me dice " No queres venir este sábado?". La propuesta ya rozaba la indecencia, era el 3er fin de semana seguido que podría llegar a ir. La respuesta no tuvo dudas, y dale!!
Asi pues, el sábado bien temprano me pasaron a buscar y partimos a Gualeguay con Adrian, Mariano, Gaby y quien escribe. Al llegar, la cara de Jorge Cot, nuestro guía fue de total desconcierto. Otra vez por acá vos?. Esto ya no es mas Gualeguay, es Gualyguay!!!! en clara concordancia con mi apodo "Wally". Asi pues empezaba a nacer el mito de que el pesquero se había transformado en una deformación de mi apodo. Una divertida anécdota mas que nos regala este hermoso deporte.
Cargamos todo en la lancha, nos abrigamos bien y partimos a navegar durante un buen rato bajo un día diáfano de sol pero con un frío monumental, cero grado marcaba el pronóstico, tremenda helada.
El destino marcado era el mismo de siempre, el arroyo misterioso donde tenía cientos de doradillos rabiosos que tanta buena pesca nos había dado en las 3 salidas anteriores, era solo cuestión de llegar y disfrutarlo.......o no.
Y los dorados donde estan?Aca tan!
Al llegar al arroyo ya tuvimos nuestra primer sorpresa, bah, mia que era el que lo conocía aparte de Jorgito Cot. Había entrado mucha mas agua y se había inundado mas todavía de lo que estaba. Esto complicaba los planes porque el pescado se mueve según las corrientes y los caudales acuíferos. Así pues a navegar y seguir buscando.
Fuimos a la zona donde la salida de hace un par de sábados tambien los habíamos encontrado y nada. A seguir navegando hasta que llegamos a un cruce de arroyos con agua negra que salía desde adentro de uno de ellos y caía en el mas caudaloso que veníamos navegando.
Ahí si logramos encontrarlos, no en gran cantidad, pero si de un porte un poquito mas lindo. Ya no eran chiquitines rabiosos, eran señoritos enojados. La consigna era caer desde la boca de agua negra al corte de aguas con el otro arroyo, ahi estaban cazando los muy maulas. En esta parte funcionaron bien los lipless y yo me dediqué mucho a las cucharas ondulantes grandes que fueron lo mas efectivo.
Al rato la zona se calmó y decidimos garetear lentamente la costa entre paleríos, siguiendo el agua negra, que se iba lentamente mezclando con el agua barrosa del cauce superior. Así pues los fuimos encontrando, no tan acardumados como en salidas anteriores, sino mas bien desparramados en el arroyo. Evidentemente era otro cardumen distinto al anterior porque la mediana de porte era un poquito superior y la cantidad era inferior a las salidas anteriores.
Evidentemente el agua habia desparramado el pescado, y el hecho de cardúmenes menos concentrados hacía que el porte mediano estuviera en aguas mas profundas y el mas chico seguramente estaría metido entre los pastizales, ya que podían ser presa en cualquier momento, inclusive de sus hermanos mayores, habida cuenta del canibalismo que suele tener este pez cuando tiene hambre.
Unos metros mas adelante nos volvimos a anclar al ver mas actividad reinante. Allí aprovechamos para probar señuelos desde lipless del tipo RNR8 de Rapala a alguna mojarra NG paleta corta. Tambien probé con muy buen resultado el Thunderblade de Storm, un lipless bien pesado que se casteaba con facilidad.
Mientras nosotros pescábamos Jorgito fue armando sandwiches y nos fue alimentando entre pique y pique, porque no íbamos a desaprovechar la oportunidad de seguir metiendo doradillos.
Al darnos cuenta lo difícil que fue almorzar caímos que estábamos en el hot point. Era lanzar a la costa y tener ataque, te dabas vuelta y lanzabas a río abierto a la corredera y tambien. Estábamos rodeados! La verdad, a estas alturas el calor agobiaba y ya era un típico día de invierno, de los lindos.
Seguimos dandole a la zona, hasta que se agotara. Por suerte esto tardó bastante y, aunque todavía nos faltaran un par de horas de pesca, el día estaba totalmente hecho. Era otra antología de Gualeguay, con una mejora en los portes, un poco mas de trabajo para encontrarlos, pero finalmente la cantidad era la esperada. Los chicos no podían salir de su asombro, era su primera vez ante tanta cantidad de dorados, una experiencia única.
Conclusiones
Ya siendo la tarde decidimos navegar de vuelta y hacer la última pasada en rio abierto en busca de algún doradito mas grande. Así pues salieron algunos, pero del mismo tamaño que los que estuvimos pescando durante el día. Los grandes no aparecieron, pero la cantidad y la mejora de tamaño con respecto a salidas anteriores le sigue dando grandes expectativas al pesquero. Si un cuarto de todos los pescados que sacamos llegan a crecer, la pesca en la zona, en un par de años puede ser apoteótica.
Así, bajo un sol hermoso que nos regalaba un atardecer único, volvimos a puerto con la alegría de otra jornada maravillosa de pesca y amistad. Esperemos seguir viniendo seguido a la ahora famosa.....Gualyguay.