Temporal

A veces la naturaleza te dice que no

Posteado el 05 Abr 2009 por Walter Marquez   |   ,   

El sol era un señor que tenía necesidad de flechas. Un día dijo: - “Me voy a convertir en un pez para conseguir flechas…”y se fue a un río, en cuya orilla vivía un pueblo de cazadores que usaban flechas y arcos. Las mujeres del pueblo siempre iban al río en busca de agua para tomar. El sol llegó, se zambulló y se convirtió en un dorado grandote, así aguantaría los flechazos. Enseguida vinieron las mujeres y vieron al dorado grandote que estaba nadando allí, muy cerca de ellas. Las mujeres sacaron agua y regresaron rápido para avisar a sus maridos lo que habían visto en el río. Los hombres salieron corriendo con arcos y flechas. Cuando llegaron ¡todavía estaba el gran pez dorado! Contentos decían: -“¡Qué suerte que tenemos! ¡Allí está todavía!” y le empezaron a tirar flechazos. Cada vez que recibía uno, se movía un poco. Cuando le resultó difícil moverse,se fue a la parte más profunda, llevándose muchas flechas. Los hombres quedaron parados mirando cómo se llevaba sus flechas. De esta manera el señor sol consiguió las flechas que tanto le hacían falta. El señor luna, como era vecino y amigo del sol vio que el sol había conseguido flechas. Se acercó a su amigo y le preguntó:-"¿Cómo hiciste para conseguir flechas?”. El sol le respondió:- “Tuve que convertirme en un pez grande en el río donde las mujeres de los cazadores siempre sacan agua, allí me tiraron flechazos. Aguanté hasta que conseguí las flechas que necesitaba y me escapé hacia la parte más profunda”. El señor luna, al escuchar lo que dijo su amigo, quiso hacer lo mismo, porque él también tenía necesidad de flechas. Decidió entonces, convertirse en pez. Su amigo sol le dio un consejo: -“No permitas que te carguen muchas flechas, después de cada flechazo tienes que moverte un poco y probar si es que vas a poder escapar rápido…-" .Entonces el señor luna se fue al río y se convirtió en un dorado grande. Al rato vinieron las mujeres a buscar agua y vieron que estaba el dorado grande otra vez. Por eso volvieron rápido para avisar que el pez estaba allí. Los hombres, con sus arcos y flechas, partieron hacia el río, y empezaron a tirarle flechazos. La luna no cumplió el consejo que su amigo sol le había dado y cuando tuvo muchas flechas y quiso escapar, pero ya no podía moverse. Entonces los cazadores lo agarraron y lo llevaron para comerlo. Su amigo sol lo estaba esperando. Estaba muy preocupado. Cuando pasó el mediodía se dio cuenta que le había pasado algo. Esa noche, se convirtió en un perro para seguir su olor y poder encontrarlo. Así fue que, siguiendo las huellas y el olor, llegó hasta el pueblo donde lo habían llevado. Allí vio mucha gente que comía y dejaba los huesos tirados por todas partes. El señor sol los amontonó y cuando los tuvo a todos, los tiró para arriba. Por eso hoy la luna está arriba y es del mismo color que los huesos.

Con esta hermosa leyenda wichí que ilustra el maravilloso y cautivante norte argentino y su tan famoso payé, quiero dar comienzo al relato de una nueva aventura pesqueril en las aguas del No-op (río en wichi) Paraná. Como toda salida la previa es parte importante de la misma. En algunos sirve para pasarse experiencias y sus secretos mejor guardados, para otros es la forma de pescar ese pez gigante de los sueños sin siquiera mojarse las patas. Esta no fue la excepción a la regla y la pila de mails ida y vuelta que surcaron la net fueron prueba irrefutable de ello. Con la fecha encima del calendario, nos encontramos en retiro los locos que íbamos en micro (algunos prefirieron salir antes en auto). Como siempre el servicio vip de la empresa de micros elegida habitualmente proporcionó un viaje mas que ameno y sirvió de calmante natural de la ansiedad reinante en todos.

  

Ya en Esquina el payé correntino se refrescó en nuestros adentros y recordamos porque amamos tanto este lugar. El olorcito a fresco de sus calles, la vista imponente del río y la amabilidad cuasi familiar de sus habitantes son cosas que no se dan en todos lados y nos hacen sentir como en casa, pero no en nuestra casa, sino la casa que quisiéramos tener y envejecer en ella.

Nos juntamos a desayunar en la Posada de Laurito, lugar mágico si los hay en Esquina. A orilla del río y probando infinidad de mermeladas caseras nos preparamos pensando en las mil y una aventuras que pasaríamos en el amado delta esquinense .La mañana pintaba nublada y después de subir bártulos y demás a las lanchas partimos rumbo al sur por el Corrientes hasta el Kerosene.

  

Líneas al agua y a esperar.... La cosa venía floja floja, casi nula y para colmo en el horizonte se vislumbraba una tormenta de aquellas que venía rauda en nuestra dirección. Como no teniamos tiempo de volver a puerto sin arriesgarnos a que la tormenta nos agarre en medio del agua, decidimos arrimarnos a la costa a reparo de los árboles. En cuestión de minutos el cielo se puso negro y verde (nunca había visto un cielo asi) y comenzó a soplar un viento impresionante con ráfagas de mas de 50 km por hora.

Cuando creíamos que con el reparo estábamos salvados, el viento se puso mas fuerte aún y comenzaron a caer los árboles de la costa. Uno cayó a escasos 5 mts de la lancha de Fabi , Beto, Diana y Jota. Yo, mientras tanto, y como siempre, me había olvidado el traje de agua, asi que estaba con una camperita impermeable que no me duró nada cuando se largó la lluvia torrencial.

La mojadura que tenía a esta altura mas el frío que corría por mis huesos era importante. No me podía mover ni un cm. en el asiento del bote para evitar enfriarme mas. Por suerte, al mediodía paró la lluvia y pudimos salir a río abierto a pescar un ratito. Me pude cambiar la ropa y ya seco me recuperé rapidamente. De este rato que se pescó antes del almuerzo lo único descatable fue un surubí de Beto de 12 kg. Precioso cachorro que dio una dura pelea que vimos como espectadores de lujo desde nuestra lancha.

  

A la una se largó a llover de vuelta por lo que buscamos reparo en una isla donde un isleño nos prestó el quincho y la parrilla para hacer el asado. Un oasis en el desierto, donde pudimos sacarnos la ropa mojada, ponerla a secar un rato y almorzar tranquilamente hasta salir de nuevo.

Carpincho asado se agregó al asado tradicional y los chorizos de manjares que siempre trae Diego. Nos relajamos con techo y mas secos con lo que la cosa tenía un poco mejor de color, ahora solo había que esperar que aflojara un poco el clima y pudieramos hacer lo que vinimos a intentar.....pescar.

  

Por la tarde continuamos la pesca con el mismo magro resultado de la mañana. El agua era chocolate puro y sin visibilidad el dorado tiene muchas menos chances de atacar la carnada, mucho menos los señuelos. Seguimos buscando mas al surubí por los pozones a sabiendas que había mas chances de tener una captura de estos peces. Vuelta a puerto a encontrarnos con el resto de las lanchas, abrazos, chistes, consultas de rigor. La realidad marcaba que la pesca había sido floja para todos con un par de doradillos sacados y un poco de variada menor, no mucho mas.

La noche nos deparó un par de corderos hechos al horno refractario en la posada de Laurito donde descansábamos. Para chuparse los dedos, una delicia. Un rato de casino y a dormir. A la mañana siguiente, mientras desayunábamos los manjares de Laurito, vimos que el cielo pintaba mucho mejor, por lo que el ánimo estaba cotizando en alza para ese entonces. Salimos río abajo en busca del delta. Nosotros teníamos la idea de probar señuelos que es lo que mas nos gusta, pero después de parar en un lugar de ensueño para los señuelos y de tirar sin ningun resultado, nos dimos por vencidos. Era imposible con el agua de ese color.

  

Hicimos unas pasadas por un arroyuelo que resultó fructífero, con un par de dorados arriba por parte de Diego y Angely varios piques de cachorritos de surubi y bagres moncholos, muchos errados (la mala fortuna estaba de nuestro lado, por no decir que no andábamos finos en los piques, jaja). Obviamente todo a mamacha pura, la mañana transcurrió tranquila pero ya con algun pez en el historial nos fuimos acercando al mediodía.

Ya con el sol en la pegando fuerte nos fuimos a almorzar a una isla donde disfrutamos de unos hermosos pescados fritos en la famosa morocha (la olla de hierro fundido donde se pone aceite a hervir bajo un fuego de leña y que frie el pescado con espinas y todo). Mucha charla de las distintas lanchas donde llegamos todos a la misma conclusión, el pique estaba complicadisimo con el agua tan sucia y sólo algunas piezas con carnada te sacaban de zapatero (cosa que a mi todavía no me había sucedido).

  
  

Esta ves la comilona fue fritanga de pescado y un poco de asado para los no pescaderos. Charlas, chistes y rapidamente partimos de nuevo al río. Volvimos a pasar por el arroyuelo de la mañana y tuvimos algunas capturas mas en el grupo, sobre todo doradillos y moncholos y yo, finalmente, logré una captura para evitar el zapatero , con el sol bajando dimos por concluidas las pasadas, había que navegar mucho para el regreso y el clima seguia siendo horrible y la pesca floja. Finalmente la jornada se dio por terminada. En otras lanchas algunos tuvieron buena suerte y encontraron un cardumen de dorados cazando en aguas bajas y lograron algun pirayu de buen porte (Marco).

Por lo demas, la pesca estuvo realmente difícil. Pasamos 2 días de ensueño, como son siempre en este mágico lugar, donde uno ya se siente mas en casa que en su casa misma. La pesca no fue el remate que hubiéramos querido, pero, eso nos obliga a buscar revancha lo mas pronto posible. Gracias a todos los que participaron de otra salida memorable: Faby, Jota, Mariano, Beto, Diana, Diego, Angel, Fernando, Elias, Darío, Leonel, Ariel, Marco, y Eddie. Gracias a los hnos Borda por la atención de siempre, impecable. Gracias a Laurito por hacernos sentir en casa. Y gracias al payé correntino por enamorarnos cada día mas.

  
  

Notas Recomendadas

Por que devolver

Muchas veces se discute si el pescador deportivo es realmente el culpable o no de la depredación de nuestros peces. Muchas veces la conclusión es no. Esto no nos exime de ser responsables de cuidar el recurso que tanta vida nos da. Un pez devuelto es quizas la futura captura de tu hijo

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