La Salvaje
Posteado el 05 Abr 2008 por Walter Marquez | ,
La soñada le dicen algunos. La mas bella otros. La jodida algunos mas. Todos esas expresiones reflejan, en parte, lo que sienten los amantes de la caña cuando la visitan. Es una laguna endemoniada que hace lo que quiere y cuando quiere. Ella bien sabe que, sus amantes y detractores jamas la van a olvidar. Es como esas minas que saben que son lindas por demas y se aprovechan, eligen a quien giñarle un ojo, a quien darle vuelta la cara, a quien besarlo apasionadamente y a quien mirar con desprecio. Asi es ella, caprichosa, insolente, violenta pero a la vez gloriosa, encantadora y suave. Chasicó sabe bien a que juega. Podes creer que la conoces y te sopapea con un sapo histórico, pero podes llegar resignado a perder una ves mas y te regala la pesca de tu vida. Así es ella. Indócil, como bronce desbocado, te niega asi como te da. Es cuestión de esperar y rogarle que se acuerde de uno, que se brinde entera y espléndida como ella sola puede hacer. Así es ella y así será por siempre.
Esta salida a la salvaje no era una salida mas. Siempre esperamos que llegue esta época para visitarla ya que el calor está en baja pero el frío y el viento mortal todavia no está firme por lo tanto, son mas los días lindos y pescables que los clásicos temporales de Chasicó, como las excursiones de la página se tienen que armar con tiempo es preferible jugarse en estas fechas a que te toquen de los primeros. El arranque de los cuarenta y dos locos fue como suele ser, a puro jolgorio, con esa dulce ilusión de niño feliz ante un nuevo descubrimiento. Ansiedad carcomiente durante un largo, larguísimo camino que va en ascenso directo a medida que sentimos su presencia y sueños de respetuosa victoria sobre la mas bella. El viaje fue placentero y sin contratiempos lo que era un gran augurio. No habían sido fáciles los anteriores donde la carretera impiadosa y el mal estado del rodado nos habían jugado pasadas feas. Pero esta vez todo se cumplió en tiempo y forma. Un buen augurio, si, un buen augurio. La llegada a la entrada de la ruta es un momento casi culminante pues es ahí que nos damos cuenta que el sueño es realidad y la soberana está realmente cerca. El camino de tierra, entre un paisaje agreste, casi salvaje, de pampa argenta, con la fauna de Quiroga al alcance del ojo menos sagaz, nos envuelve en mito y realidad. Las dunas de sal son espejismos del desierto, es incomparable la confusión que nos despierta.¿ Es agua?¿Es sal?´¿Es la laguna?
Es increíble, pero, a pesar de que sabemos la respuesta, siempre que las vemos nos preguntamos lo mismo. Es un clásico. Despues de cuarenta kilómetros a pleno paisaje natural encontrar el pueblo de Chapalco realmente abruma. De la nada y en la nada, un pueblo de casas bajas que en cada salida parece multiplicarse por dos, se muestra activo y pujante como cualquiera de la pampa húmeda. La amada los cuida, los proteje y les da el regalo del ímpetu y la voluntad para progresar día a día sin detener su marcha
Un desayuno reconfortante y que nos une como en el vestuario de un campo de futbol es el próximo paso. Allí todos somos técnicos y jugadores, nos aconsejamos, preparamos las estrategías, nos damos ánimo y nos cargamos como si fueramos hinchadas rivales, todo en un solo momento y en un solo lugar. La pesca es así de pasional y loca y solo los locos podemos entenderla. Nos asomamos mientras el sol salia y explotaba de belleza y color el espejo, en un rato saldriamos a enfrentarla.
La subida a los truckers fue como siempre, ansiosa y a las corridas. Una vez allí, a sus pies, todo el mundo se desepera por estar dentro de ella, nadie quiere esperar mas y disfrutarla. A mi me tocó salir con un amigo de la vida que este deporte me ha regalado llamado Dieguito, su Papá Ricardo, el amigazo guillo y el inefable maresca (no pregunten porque le dicen asi).
Una vez acomodados y al comando del Capitán Diego, zarpamos rumbo a la derecha del pesquero en busca de las bahías para probar suerte. No la tuvimos. Seguimos viaje hacia la entrada del vivero y tampoco. Despues de una hora de intentona los nervios de no ver las flechas de plata eran muchos. Nos cruzamos la laguna en busca de la costa de Medanos y nada. Nos fuimos a la entrada del embudo, lugar preferido para el rey pez pero tampoco tuvimos respuesta. Desde ahí vimos un monton de botes en la costa de los rastros y arrimamos.
Ahí al ver a todos pescando de fondo hubo cambio de planes. A poner líneas de fondo de dos anzuelos con brazoladas largas y plomada voladora de 40 grms. max. El resultado no se hizo esperar y comenzamos clavando hermosos dobletes plateados. La alegría duró un rato y tuvimos que volver a movernos en busca de un nuevo raconto de pesca.
Ya a esa altura la pesca era pobre y la idea de un fracaso en la indócil se hacia mas fuerte. Una buena picada regada de unos nectares de Baco refrescaron las fuerzas y volvimos a la intentona. No nos puede vencer era la premisa y por esta le rogamos a todos los Dioses que nos iluminen para lograrlo. Estuvimos recorriendo la costa de ravanese y despues de ver nuevamente un enjambre de lanchas en frente de Medanos nos atamos a un árbol hundido sin obtener los resultados esperados.
Ya con la autoestima en violenta caída nos movimos a los rastros de nuevo pero mas cercanos a la costa y mas a la derecha, nos anclamos y ahí obtuvimos algunas respuestas de fondo con buenos portes. Como la desesperación era atormentante tambíen sacamos a la cancha las de tres boyas y pescabamos a dos cañas. En ese intento desesperado aparecieron algunos pejerreyes a flote sin ser demasiados.
Como ya se nos acercaba la hora de volver decidimos desanclar y garetear desde ahí hacia Chapalco ya que el viento nos acompañaba. Todos con líneas de fondo y probando al vuelo logramos capturar algunos buenos portes, pero espaciadamente. Y acá viene el momento en que los Dioses se apiadaron de nosotros y dejaron que la mas bella nos demostrara porque le dicen así. Veníamos navegando con el ancla arrastrando por el fondo para hacerlo mas lento y de repente se ancló en frente del Matungo. Y bue dijimos, ya eran las seis de la tarde, la pesca fue floja, probemos un ratito mas anclados acá.
La sorpresa cuando bajamos las líneas de fondo fue tremenda. Era un toquecito sutil y ponerse mas tensa la línea en el agua. Clavar y estallar. Uno tras otro. Violentos e irrepetibles. Dobletes por acá y por allá de pescado de cuarenta centímetros para arriba. Una fiesta total. Con Diego pescábamos con cañas de spinning liviano que estallaban ante semejante poder. Pescamos hasta que el sol bajó casi a ras de horizonte y decidimos volver.
La pesca, aunque fuera de fondo, fue espectacular, tanto por la cantidad como por la calidad. Fue cuestión de esperarla, encontrarla y que los Dioses nos dieran una mano grande. Pero cuando se dio fue algo que no me voy a olvidar facilmente durante muchísimos años de mi vida pescadora. Ciento cincuenta pescados de gran porte en el bote dieron prueba de ello.
Fuimos los últimos en salir y al llegar una catarata de retos por la preocupación dada al resto de los muchachos nos recibió de pleno. Cuando le explicamos que encontramos el paston a esa hora lo entendieron. Saben que cuando se te da no lo podes desperdiciar por nada del mundo, asi es la pesca, asi somos los pescadores. Algunos pescaron bien, otros poquito y nada.
Algunos encontraron el paston a flor de agua, otros solo agua. Esta laguna es asi, una incógnita natural que obliga a tratar y probar. A no encapricharse. A probar todos nuestros equipos y conocimientos. Y así y todo no te asegura nada. O la mejor pesca de tu vida o el sapo mas espantoso. Así es ella y así me está empezando a enamorar seriamente.
El cordero servido como despedida redondeó un gran momento rodeado de gente maravillosa que me enseña en cada salida que la vida es una sola y que hay que vivirla a pleno, sin condicionantes, entregando todo y disfrutando todo. Nunca mejor esa frase de una canción de Marilina Ross... Honrar la vida. La vuelta fue un compendio de promesas de volver , de análisis, de victorias y fracasos hasta que el cansancio total se apoderó de los mas revoltosos y quedamos todos en letargo total hasta la llegada al bendito hogar.
Amada y odiada, Chasicó, la índócil, nos regaló otra de esas jornadas para memorar por mucho tiempo.