Redemption Song
Posteado el 01 May 2019 por Walter Marquez | ,
Tras la rara salida a Esquina que me permitió volver al ruedo, pero que nos dejó con un sabor agridulce por los piques errados y los portes, teníamos que buscar la redimirnos. Con el frío que no termina de avanzar la media estación es un cúmulo de incertidumbres. Las tarariras no terminan de irse, los dorados siguen presentes en el bajo paraná y los pejerreyes comienzan a activarse en distintos pesqueros.
Elegir a donde puede ser un gran acierto como un rotundo fracaso sin ninguna especie definitivamente asentada. Nosotros optamos, siendo la fecha el 1ero de Mayo, cumplir con el ritual de comenzar la temporada pejerreyera en esa fecha. La redención la iríamos a buscar a unos cuantos km de BsAs, mas precisamente a la Laguna La Soraida, en Villa Cañas, sur de Santa Fe.
El equipo se conformó con Damian, Victor, Ariel y quien escribe. El martes 30 de abril salimos a la tarde para desandar las 360 km que nos separaban del destino deseado. Llegamos sin novedad y nos acomodamos en la casita que alquilaba nuestro guia Rogelio Nardis. De ahi a cenar a Villa Cañas donde despues de mucho buscar encontramos una parrilla espectacular para comer un asado de excelencia.
Tempranito por la mañana recorrimos los 15 km de tierra que nos separaban del pesquero "La calle". El acceso se realiza por la RP 94, donde el monumento al gaucho anuncia el desvio de tierra. Un cartel que dice “Pesquero Rovea” marca el rumbo de camino rural que se mantiene en buen estado de conservación. Al llegar la actividad de lanchas y autos era frenética y cuantiosa en cantidad. Evidentemente los datos de que la pesca estaba muy buena habían transformado a La Soraida en la vedette de la temporada de pejerrey.
Nuestro guia Rogelio tenía la embarcación preparada, a la que subimos con gran expectativa, y nos adentramos a la laguna.Ya en el agua navegamos un ratito hasta llegar al centro de este pequeño espejo de 9000 hectáreas. El día se presentaba con una muy suave brisa del este y un cielo totalmente claro con una temperatura mas bien fría para la fecha, unos 5 grados.
La Soraida es una laguna que recibe únicamente agua de lluvia, es decir que no tiene ni entrada ni salida de agua. Se formó en campos inundados y, de acuerdo con la cantidad de lluvia que recibe, se va agrandando. Su cubeta original es de 7.000 ha y hoy ya llega a las 9.000 ha; la profundidad media es de 3 m y su fondo es barroso en el centro y de tosca en su contorno. Tiene juncales tupidos en una parte y ralos en otra; sus costas son de suave declive hacia el centro, tiene mucha comida de panzones y morenas y una de sus características es que no hay dientudos.
Elegimos una zona de postes de alambrada hundidos donde largamos las líneas al agua. La idea era empezar a pescar anclados, porque tendríamos el sol de espaldas, pudiendo divisar las boyas muy bien. Para ello fondeaos con dos muertos en el agua, mil años que no pescaba pejerrey anclado!!! Todos salimos con líneas de boyas mas bien medianas y evitando las líneas largas de tres boyas y puntero que usábamos el año pasado en Melincué. Aqui, con la cantidad de pejerrey mediano atacando lo recomendable eran dos boyas o dos boyas y puntero. Yo opté por dos boyas palito desigual color amarillo limón. No las cambié en todo el día.
El pique no tardó en aparecer, eran un vendabal de boyas hundidas, pero con casi todos las clavadas erradas. Pescado chico, pensamos, y quizas fuera así o quizas comía muy tímido, porque despues nos corrimos unos cientos de metros a aguas menos profundas y el pique siguió igual pero mucho mas firme. Pescadito de entre 20 cm y 35 cm era el que aparecía constantemente, con algunas excepciónes cada tanto de pescado de entre 500 a 700 gramos..
Nos fuimos corriendo de zona buscando los bañados. La constante siempre se repetía, un rato de inactividad, arrancaban picando pescadito de medida y un poquito mas y al rato se llenaba de los mini pejerreyes que, voraces, no dejaban comer al resto.
Ya no hacía falta cambiar de línea ni nada por el estilo, pero si estar fino en la clavada, porque sino se erraba mucho pique con esas pequeñas bocas que atacaban los anzuelos. En ese rato siempre probamos de anclado, con mojarra viva como carnada, ninguna prueba, a los bifes. Por supuesto, si se tenía un poquito de frialdad y se esperaba, los dobletes estaban a la orden del día.
Por la tarde, despues de un almuerzo a pura empanada, la pesca siguió exactamente igual. Pejerrey voraz que arrancaba en portes buenos y que iba decreciendo en tamaño a medida que nos quedábamos en el mismo lugar.
Aprovechamos y fuimos para una zona de juncos a tirar mas profundo a ver si cambiaban los tamaños, pero no, la constante se repitió nuevamente. Cerramos la jornada con la cuota de 30 pejerreyes seleccionados para cada uno Realmente fue una excelente jornada, con muchisima actividad. La antítesis de Melincué donde el tamaño es exelso pero la cantidad es escasa, aquí te cansas de clavar y pescar, aunque los grandes no dijeron presente.
Villa Cañaz fue una canción de redención para mi, que necesitaba, para volver a amigarme con mis cañas. Porque la pesca es asi, dias te da dias te quita, pero siempre siempre, te da revancha.