Next Generation

Posteado el 14 Mar 2020 por Walter Marquez   |   ,   

Tres meses ya sin pescar! Este 2020 empezó peor que el 2019 en cuanto al arte de la pesca deportiva, sin auto propio y con un panorama complicado en el pais para elegir algun lugar lejano con micro, con los precios de las guiadas por las nubes y con el precio de la nafta mas caro que un anillo de oro. Asi empezamos el 2020, peor que el 2019.

Pero no hay mal que dure cien años, el amigo Trigo se decidió a poner el tutu y asi armar una salida. Charla de rigor del grupo y consulta al amigo Pedro de disponibilidad decidimos ponerle fecha a la misma. El ingrediente extra es que Victor quería hacer debutar a su retoño en las artes pesqueriles, asi qu lo sumamos al team. Como era de esperarse, siempre nos pasan cosas y por eso pescamos cada vez menos. La llegada del mortal coronavirus terminó de explotar en los medios la semana previa a la salida. Como si fuera poco esa misma semana me agarré un virus estomacal misterioso que me sumó una tremenda angustia. Y si faltaba algo, toda la semana el pronóstico daba lluvias y tormentas para el sábado.

Nos armamos de paciencia, valor y huevos. Hablamos con Pedrito para que ponga la lancha cabinada asi podíamos proteger al gurrumin en caso de tormenta y yo me tomé unos cuantos bizmutos para disimular el dolor de panza y malestar. Así pues llegamos bajo un cielo totalmente gris a la maravillosa ciudad de San Pedro.

  

Ya dados los saludos de rigor con Pedrito, arrancamos en la lancha. No hicimos 100 metros en el agua y se largó un aguacero impresionante que duró 30 minutos. Menos mal que fuimos en la cabinada sino ya estariamos empapados. Para colmo cuando llegamos al Paraná nos dimos cuenta del tremendo viento que había lo que obligó a Pedro a sacar a relucir sus dotes de pilotazo, las olas eran gigantescas y sino fuera por el cabinado nos hubieramos casi que hundido. Tremendo.

Ya adentro del río nos metimos a navegar un buen rato por el sepultura para ir a buscar nuestro amado arroyo el bobo. El camino se hizo mucho mas ameno ya que el viento era repelido por los altos pastizales de las costas, asi llegamos al primer punto de pesca que decidimos bajar para ir a pescarlo.

  

La boca de un arroyo desbordado que se transformaba en un pequeño bañado fue el primer lugar elegido. Bajamos de la lancha para pescar de costa con los pastos en la espalda, lo que nos daba un buen reparo para pescarlo. Lo ideal era tratar de tirar a la costa de enfrente del bañado, bien pegado a la tierra y traer los artificales lentamente, rascando el fondo, a ver si las despertábamos.

Un par de tiros y salió mi primera hoplias con una rana zman lastrada con cucharita delantera. Par de tiros mas y otro, un ratito y la tercera. Todas jóvenes ejemplares y vigorosos. Atrás había quedado Dami que no lograba el timming justo, tenía pique, las clavaba y se le soltaban en la recojida.

Al lado mío, Victor intentaba las primeras clases al pequeño Agus, que prestaba atención a cada detalle, controlando la ansiedad de tomar el mando. Despues de unos cuantos lances, le pasó la posta en un pique que Agus trabajó con templanza. La caña se arqueaba, parecía linda, cuando salió nos hizo saltar en el lugar. Un tremendo tarango de mas de dos kilos y medio, le había regalado su primer captura al joven pescador. Que manera de comenzar!!!

  
  

Al ver a Agus tan contento con su bestia robada al río me di cuenta de una cosa, no todo esta perdido, siempre se le puede inculcar la pasión a quienen nos suceden en la vida y prepararlos para pasarles el mojón. Mientras haya nuevos pescadores que con amor se dediquen a nuestra pasión, con el mayor de los respetos hacia la naturaleza, hay futuro.

Esta cancha fue muy difícil de agotar. Las tarariras se iban corriendo de la costa de enfrente al medio profundo, de la boca del río a la boca del arroyo interior. Pero siempre, despues de un par de intentos, las encotrábamos. Asi pues nos dimos una buena panzada con una veintena de capturas por caña. Tremendo.

  
  

Nuevamente a la lancha a navegar un poco y a comer algo para reponer fuerzas en el camino. Al cabo de un ratito llegamos a otra boca de arroyo que desembocaba en el cauce mayor. Ahi bajamos todos pero casi sin tocar tierra nos tuvimos que volver porque comenzó una lluvia leve. Entonces Dami y yo nos pusimos la campera de lluvia y volvimos a bajar.

El lugar fue soñado y la pesca terrible. Empezamos, como veníamos haciendo, con alguna rana lastrada con cucharita (yo usé un sapo badine). Despues de algunas capturas se nos dío por probar en superficie. Tremendo!. Estaban muy reactivas a todo lo que chapoteara en el agua, asi que aprovechamos para hacer pescar esos señuelos que tanto cuestan por los pastos habituales. Asi empecé con el gattax de megabass, el pompidur de jackar, algun paseante de rapala, etc.

Tremendo lugar. Al decidir volver nos encontramos con que Victor y Agus pescaron desde la lancha a las costas de los costados de la desembocadura, tambien con infinidad de capturas y un zapato que sacó Victor que era descomunal.

  
  

Para la tercera parada Pedro decidió arrancar la lancha e ir gareteando el arroyo. Empezamos a hacer pesca al golpe lanzando las ranas lastradas contra las bahías que se formaban a lo largo del cauce hasta que llegamos a un point que tenía marcado Pedro.

Nos dice lancen contra esa bahía y contra las dos puntas. Empezamos con las ranas y tuvimos actividad casi instantánea, al cabo de un rato decidimos volver a poner algunos sticks y cosas de superficie con la certeza de que los atacarían.No fallamos en el cálculo y tuvimos un largo rato de diversión en la zona. Probé desde el magic stick de Nakamura hasta el Bent Minnow de OSP, de un iron head de Marine Sports a un Weed Walker de Norman Lures, realmente variadita la cosa.

  
  
  

Como conclusión definitiva la jornada fue mas que buena con gran cantidad de tarariras en todas las cañas y lo mejor, mucho en superficie para probar artilugios nuevos y ver esos ataques fantasmales de estas asesinas del agua. Afrontar las pésimas condiciones meteorológicas que auguraban tuvo su premio, aunque el sustazo de cruzar el paraná tan picado costó en sudor frío.

Párrafo aparte para quien le dió título a esta nota. Agustin demostró pasta de pescador, como su padre, se bancó las inclemencias del tiempo, pescó y pescó, se emocionó e hizo emocionar. La verdad que con chicos como él tenemos futuro asegurado para la pesca deportiva.

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Muchas veces se discute si el pescador deportivo es realmente el culpable o no de la depredación de nuestros peces. Muchas veces la conclusión es no. Esto no nos exime de ser responsables de cuidar el recurso que tanta vida nos da. Un pez devuelto es quizas la futura captura de tu hijo

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